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La palabra tensión proviene de la palabra latina tendere, que significa "estirar". No es malo estirarnos en nuestras carreras, nuestra crianza de los hijos, nuestros ministerios o nuestro liderazgo. Sin tensión, nos estancamos y dejamos de crecer. De hecho, podríamos decir que la tensión es inevitable y, en muchos casos, deseable en la vida y el liderazgo.
En Aprovecha el poder de la tensión: estirado, pero no quebrado, el consultor internacional de liderazgo, Sam Chand, examina la tensión a medida que surge en y entre los ámbitos de negocios, iglesia y familia. La presencia de tensión no es un defecto en ti o una amenaza de los demás. No es un problema para resolver, sino un recurso para utilizar. Cuando desarrolles esta perspectiva y encuentres tensión, estarás menos confundido y te sentirás menos culpable porque entiendes que la tensión no es el resultado de un error o un fallo tuyos. Experimentarás menos presión para resolver todo y menos compulsión para resolverlo rápida y completamente.
Cuando aceptamos la tensión como una realidad de la vida, ganamos confianza y claridad mental ante ella. Nuestro objetivo no es deshacernos de la tensión, sino usarla para crear algo mejor que antes. No caminamos sobre cáscaras de huevo, por miedo a decir algo incorrecto. Aprendemos cuándo hablar, cuándo hacer preguntas, cuándo escuchar y cuándo dejar ir las cosas. A medida que nos relajamos en medio de la tensión, vemos a las personas y las situaciones más claramente, e invitamos a nuestras familias y equipos al proceso de utilizar creativamente la tensión en la vida y el liderazgo.
The word tension comes from the Latin word tendere, which means “to stretch.” It’s not a bad thing to be stretched in our careers, our parenting, our ministries, or our leadership. Without tension, we become stagnant and stop growing. In fact, we might even say that tension is both inevitable and, in many cases, desirable in life and leadership.
In Harnessing the Power of Tension: Stretched but Not Broken, international leadership consultant Sam Chand examines tension as it arises in and between the arenas of business, church, and family. The presence of tension isn’t a flaw in you or a threat from others. It’s not a problem to solve, but a strain to be used. When you develop this perspective and you encounter tension, you’ll be less confused and feel less guilty because you understand that tension isn’t the result of your error or flaw. You’ll experience less pressure to figure everything out and less compulsion to resolve it quickly and completely.
When we accept tension as a reality of life, we gain confidence and mental clarity when we encounter it. Our focus isn’t on getting rid of tension, but using it to create something better than before. We don’t walk on eggshells, afraid to say the wrong thing. We learn when to speak up, when to ask questions, when to listen, and when to let things go. As we relax in the middle of tension, we see people and situations more clearly, and we invite our families and teams into the process of creatively using tension in life and leadership.
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